lunes, 1 de octubre de 2012

El regreso del absurdo

¿Porqué escribe un escritor? Me pregunto a mis adentros. No lo sé y ni me interesa, fue mi primer agitación. Mentira, claro que me interesa pero siempre estoy dando la contra, hasta a mis ideas, hasta a mis entrañas, soy un pequeñito y enclenque disidente. Todo un verdadero desalmado, un hijo de puta, bestia, cabrón e inhumano, como gritaría mi ex esposa.

Quizás se es un escritor porque no se tiene otra cosa mejor que hacer. O porque era lo único que sabía hacer. Quizás sólo quería demostrar algo al mundo. Quizás solo fui un intento de grito. Tal vez era un exhibicionista sinvergüenza cualquiera, de esos que abundan en el mundo del arte. Sí, eso ha de ser. Un sinvergüenza, imprudente, desquiciado, coprofílico, apestólico, engendro, satánico, pedófilo, amlover y comeniños.

Nah, seguramente por algún trauma de infancia, de esos que pululan por doquier. De esos que saturan a los verdaderos artistas. No los de los cuadros, los de las instalaciones, los de los cuentillos, los de la televisión, los del pinche cine, no, no, esos no son más que payasos de baja estirpe. Un verdadero artista disfruta de las vejaciones, violaciones, peleas, accidentes, terremotos y más. Eso lo aprendí del romanticismo y el falso estigma del artista. No me juzgues, es que los libros me dicen que pensar y yo no me sé negar.

Y lo pienso y me intrigo y profundizo en mí, no veo ninguna calamidad en mi pasado, solo veo juegos, bicicletas, ajedrez, oratoria, pintura, electrónica, guitarra, tazos, dulces, fútbol. También veo una familia disfuncional, ¿alguien conoce a alguna funcional? Que tire la primera piedra el que sí. Nintendo, masturbaciones, pubertad y decadencia. Sí, decadencia suena bien y queda mejor. Aunque la verdad siempre fui y sigo siendo, bastante ñoño. Entonces ¿dónde quedaron los traumas de niñito?

Si no me pasó algo grave, si no me quedé inválido, sino he sido amputado de mis extremidades, si sigo teniendo falo funcional y si estudié en una de las escuelas más clasisistas y caras de mi país, con aquellos huercos que sabiéndose ricos de por vida solo tenían mierda que ofrecerle al cosmos, entonces, ¿porqué tengo el alma de escritor? De esas tristes, vagas y taciturnas almas que deambulan arrastrando sus eternas cadenas por doquier. ¿Porqué coños mostrar el cáncer y asquerosidad que siento por la estirpe humana? ¿Porqué si fui criado como Marcelino Pan y Vino?

Filosofando durante mi viaje a un recóndito pueblo aledaño a mi ciudad, vislumbré lo que ya todos conocemos, la capacidad en que la televisión nos envuelve como una madre arropando a su indefenso bebé, como un alcohólico abrazando su botella, como una cuarentona teniendo su primer orgasmo. ¡Vaya genio! ¿Dónde está mi premio por tan sigilosa teoría?

¿Quién no fue criado por la televisión? Piensen, ¿Recuerdan los sentimientos encontrados cuando la televisión? Infinidad de ellos. Emanan olores a papitas con salsa botanera en pleno domingo de eucaristía, a paletas de sandía incrustándose entre los dientes, a madrugar cuando niño a para esperar la primer serie de las aventuras a las siete en punto de un gran domingo. Mientras todos se lavaban y acicalaban para irse a la misa, yo me ponía mis camisetas de súper héroes y disponía a ver de mis serias favoritas. Y es aquí donde se rompe mi Pandora y sale a relucir mi tétrico pasado. Tocando esta sensibilidad fantoche de infancia, evocación y trasgresión humana. Mi primer gran tragedia, como diría, mi ya agobiada, terapeuta.

¿Mi trauma infantil? Mi caricatura favorita, los Caballeros del Zodiaco. Y comienza la más triste de las desdichas, incluso más triste que los patéticos videos de gatos y la gente irreverentemente inteligente que los satura de likes y views a tan prodigiosas obras humanas.

Éramos una jauría de mocosos y amábamos a los Caballeros del Zodiaco, esa caricatura de grandes seres mitológicos y fantásticos luchadores en cuerpos de humano. ¿La recuerdan? Fantásticos hombres ataviados de metales preciosos, oro, plata, bronce u otros materiales. Ónix, jade, madera, semen, que se yo, había de todo tipo para todos los gustos. O la versión mexicana racista del caballero Mosca, aquel que muere de un solo golpe a causa de su chafo mexicano material. Si eres maduro, sabio y no has muerto de sobredosis, seguramente lo recordarás.

¿Recuerdan a todos nosotros, pequeños, chiquiticos y huerquitos ensimismados al final de cada capítulo? esperando que nuestros enclenques debiluchos de bronce sacasen la casta para derrotar a la orgiosa jauría de caballeros dorados envilecidos por el poder del universo. Queríamos darle en la madre a los mágicos caballeros dorados tocados por la pija de Dios, aquellos que transtornados y agazapados por la puta de la ambición y el gigoló del poder, decidieron desobedecer sus leyes universales y dieron la contra al cosmos para intentar dominarlo. Doce signos zodiacales, doce caballeros dorados que derrotar en 12 horas por 4 pusilánimes jóvenes con cuerpo de mujer y protección de bronce.

¿Qué putas dije? ¿fantásticos cuerpos de mujer?, ¿será o estoy desvariando? ¿Niñas enfundadas en metales para salvar al mundo? Ahora lo pienso y sí, mujeres. ¿De pequeños las veíamos como niñas? No. ¿De grandes? Sólo si se es sabio y crítico como uno. ¿Entonces de pequeños jugábamos a aspirar a tener un cuerpo de niña y ser adorado por Atena y ser protector del universo? Sí. ¿Estoy cometiendo una herejía porque te hago recordar esos sacro momentos y hasta hoy te los cuestionas? Quizás.

¡La puta madre y lo grito! Esas caricaturas no eran más que mujercitas con mucho poder y lindísimas armaduras. Y todos los niños de mi generación querían ser como ¿ellos? Ahora entiendo el declive de mis contemporáneos, de mi misma sangre con la cual crecí. De su tergiversada sexualidad a base de este tipo de caricaturas. ¿Y nuestros padres? A ellos les daba igual mientras pensaban que éramos una bolita de machotes, fuertotes, que peleábamos contra los malos pensando nosotros en ser como los audaces Caballeros. Hoy lo pienso y resuelvo que todos nosotros queríamos ser las verdaderas Damas del Zodiaco. Pinches japoneses retorcidos, creando caricaturas lindas para los bebos, tan lindas que en el fondo de las mismas les cambian los sexos a los personajes y destazan, sin darnos cuenta, la poca espiritualidad que nos cargábamos, pero bueno, esa es tela para otra de estas tonterías escritas.

Cabello largo y perfecto, más sedoso y hermoso que cualquiera de las mujeres. Eran flaquititititos, como cuerpo de modelo de pasarela. Ojazos tan bellos como los de las ninfas con las que sueño. Movimientos de bailarina profesional de balet. Ponle pechos a esos personajes y me caso con alguno de esos.

Disculpen la emoción. Viré un poquito hacia mi trauma, quizás por el hecho que hoy, duele hasta las entrañas.

Según ustedes, cuestionables o no, sobre mis sigilosos pensamientos, hay otros totalmente incuestionables dentro de esta caricatura. La osadía ochentera de promover sin escrúpulo alguno, la homosexualidad. Jesús, María y José, ¿qué nos hicieron de chiquitos?

¿Se acuerdan del caballero Piscis? Su máximo poder era lanzar una hermosa flor negra llena de pétalos hermosos, al corazón de sus oponentes, hasta que esta consumía su sangre, tornaba roja y morían. ¿Se acuerdan de su lunar lleno de sensualidad arriba de su boca? ¿Recuerdan su voz afeminada? Los caballeros no le temían por su preciosa armadura dorada, ni por su flor negra, sino porque el tipo seguramente era de los que esperaban a que el oponente durmiera para darle una tremenda cogidota sin consentimiento.

A Aries le dieron tremenda sabiduría. A Leo, un potente casco de épicos cuernos. Géminis, el jefe de los malos. Cáncer, pura explosión. Leo, más valentía que ninguno. Virgo, concentración infinita. Libra gozaba de poderosas armas. Escorpión era un asesino despiadado. Sagitario tenía la más perfecta de las armaduras. Capricornio era un completo hijo de puta. Acuario una bestia de la muerte. ¿y Piscis? Ya hablamos de este ser, mataba con rosas y te tiraba adrede el jabón.

Nací en febrero, el último día del mes, todo un piscis.

¿Se imaginan cómo fue mi infancia? Venga, venga, ponte en mis zapatos, todos felices de jugar a los caballeros del zodiaco mientras a mí me tocaba el más afeminado y mariquita de todos. En país machín, huercos machines y mentes pendejas, viví, sufrí y lloré.

¿Ahora entiendes porqué escribo?

sábado, 3 de marzo de 2012

Zoo Sueño

Ibas de leopardo. Tenías toda su sensualidad y pasión. Sabía que le habías robado el alma a una de estas majestuosas bestias. Eras todita tú, completita en toda materia, en piel, en color, en tacto, eras la misma ninfa con cabellos negros como el abismo y tus ojitos conservaban el color de la laguna virgen a la cual íbamos a perdernos. Tenías las manchas del animal por todas partes, de pies a cabeza, totalmente hermosa, como una bestia cargada de lujuria. Ibas desnuda y arribita de tu delicioso y blanco trasero te salía una larga y sensual cola felina, ensalzando a tu perfecta y curvilínea cadera.

Fuiste libido andante, mostrando tu cuerpo sereno como lienzo, con lo pardo de las manchas, sensual e indeleble como una gran fiera. Caliente y húmeda, casi incorpórea para mi tacto. Ibas con mirada penetrante y ardiente, como de Fénix reencarnado. Ávidamente gesticulabas tu deliciosa y carnosa boca de fresa haciéndome tambalear. Ibas celestial como las nubes y yo empezaba a vibrar con los cosquilleos del amor.

Corrías, brincabas, escupías, sangrabas, jugabas. Me olfateabas cada rincón. Me lamías en caricias mientras agitabas frenética la cola. Me tirabas al suelo y te ibas, me mordías el cuello, las orejas, la espalda. Te parabas frente a mí, te tocabas los perfectos senos y los hacías bailar en vibración, los lamias y mordías, los amabas hasta las ansias.

Yo estaba sulfurando. Lo único que anhelaba era volver a poner mis labios entre los labios de entre tus piernas, comerte todita desde allí, ansiaba chuparte, lamerte, escupirte, tocarte, cogerte, magullarte, odiarte, amarte y todo a la vez.

Dabas vueltas a mi alrededor, mirándome, pensando en la manera de acabar con mi ser, con mi falo, con la dignidad que nunca tuve. Querías drenar mi semen, veía tus ganas de extasiarme frenéticamente.

Nunca estuviste quieta. Me sometiste y caí rendido de espaldas, sentado sobre el suelo. Embriagado de placer me incliné hacia atrás, entonces me dijiste, Cierra los ojos y así mantente, con la cabeza inclinada, llena de saliva tu lengua, llénala de mucha saliva y sácala.

Obecedí y esperé. Esperé y esperé hasta que una gota de Dios cayó en mi lengua, gritaste, Beber de mi lluvia. Seguía con los ojos cerrados y bebía lo que caía dentro de mi boca, gotitas sabor a caos, gotas tempestuosas del fruto prohibido, lágrimas del último asceta. Me llené de espuma vaginal hasta el desborde. Sentía las gotas eróticas recorrerme la piel, cayendo como cascada que lame al suelo fértil, gota tras gota hasta llenar al Pacífico.

Con mi lengua me mojo mis labios, con tu lluvia vuela mi ser.

Abre los ojos, me ordenó. Hice caso y vi sus piernas llenas de danzantes serpientes que besaban la planta de sus pies, eran ríos y caudales de amor escurriéndose entre sí. Estabas agachada, de espaldas hacia mí, con el culo y la vagina goteando delicioso néctar por todo mi rostro, recorriéndome gotas de ti que iban a desembocar hasta mi falo maniaco. Te sentaste en mi cara y te empezaste a restregar. Despacito primero, como un murmullo, para después aumentar la intensidad hasta emitir el más fuerte de todos los gritos. Te subías y bajabas por mi rostro hasta casi asfixiarme. Dejaste una obra maestra en toda mi cara, el más rico de los recuerdos.

Fuiste arte, y como gran arte, engaño.

Bebí de tus néctares hasta el desmayo. Cuando recuperé la consciencia me vi envuelto en estelas de poder color oro, mi fragilidad estaba esfumándose. Torné felino a causa de tus jugos cósmicos. Me convertí en la bestia que deseabas en tus adentros.

Me levanté del embriagador estado y te miré fíjamente a los ojos, Ven acá, te ordené, sabiendo que ya nada tenía que temer. Mi cabeza trepidante se había puesto violenta, digna de desmoronar como un castillo de arena la dignidad de cualquier prejuicioso moralista. Y empezamos a follar como lo que fuimos, bestias insaciables.

Te pude cortejar como el gran mamífero, olerte el culo, darte vueltas por todo el espacio, nos montábamos una y otra vez. Ya felino, pude lamerte toditito el cuerpo, morderte, azuzarte, acariciarte, anestesiarte y eyacularte una y otra vez hasta el fin del amor.

Penetrar, salir, moverse, gritar, morder, pellizcar, lamer, escupir, acariciar. Como animales, como ascetas, como vírgenes, como si el cosmos fuese a colapsar.

Y sonó la puta alarma. Desperté, luego, el mundo se desmoronó hasta el crac.

sábado, 7 de enero de 2012

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Vámonos a caminar al centro del cosmos, donde la brisa del universo te embriaga de caricias y el folklor lo es todo. Allá donde los pensamientos delirantes se tornan escritos y diseños. Vamos a sentarnos justo en el rinconcito donde preñaremos a la semilla de la creación.