jueves, 28 de julio de 2011

No dejan hablar al pintor

Ubiquémonos dentro de un lujoso bar frecuentado por estudiantes, hipsters, artistas, pensadores, intelectuales, drogadictos, ninfómanas y pseudo todo. Y como todo en la vida, la minoría tiene un verdadero talento e intelecto. En cambio, la mayoría no tiene noción alguna sobre la contemplación, tampoco sobre el verdadero, inestable y absurdo sentido de la vida pero les encanta mostrar la cartera hinchada, vestirse como Lady Gaga, pincharse la vena en público y sentirse más perspicaces que todos los nóbeles literatos juntos.


Tú, lector, sabes de qué tipo de lugar se está narrando.


Hay más de cien personas en el lugar y todas me dan lo mismo o menos que lo mismo, asco. Enfoquémonos solamente en dos de ellas a las que ligeramente llegué a apreciar. Es una linda y nueva pareja alcohólica bebiendo y comiéndose a besos. Ella trae en su mano un martini seco, él un whiskey en las rocas. Vaya lindos novios que gustan del trago. No conocen a sus mutuas amistades pero eso no impide al amor. No llevan mucho de conocerse pero eso no implica que no puedan follar demencialmente, como si se fuera a acabar el mundo.


De repente pasa a su lado uno de los mejores amigos del chico y como verdadero hallazgo monumental lo jala del brazo, lo trae consigo y lo introduce a su chica.


Él - Él es Santiago y es un gran doctor. Ha salvado muchas vidas y tiene dinero. Tiene sus días resueltos y míralo, mira su ser, es alto, delgado y guapo. Ah sí, el muy cabrón también pinta y vende sus cuadros más caros que mis poemarios hundidos en la pobreza. Ése es mi Santiago. Estás muy cabrón. Como diría mi padre, eres todo un exitoso.


Ella - Oh, suena interesante. Y dime Santiago, ¿qué cosas pintas? ¿de qué habla tu arte?


Él - Penes, Santiago pinta penes. Son la piedra angular de su obra. Pitos de todos tipos, sabores, tamaños y colores. Es un cosmopolita que viaja por todo el mundo curando, salvando vidas y lo que más le gusta, pintando penes de distintas nacionalidades en sus grandes lienzos de oro y marfil. Siento envidia, de la buena, de tu éxito, Santiago cabrón.


Ella - Oh…un precursor desfachatado. Doctor artista. Estoy impresionada. Suena a genialidad.


Él - Mmm, yo lo llamo el hiperrealista virtuoso, deberías de ver su obra, como fotografía calidad millones de pixeles del aparato reproductor masculino. Casi sientes como sale el aparato de su lienzo a punto de picarte un ojo. Ubico a Santiago como a un caudal de la postmodernidad vomitando trocitos de coherencia. La demencia es lo de hoy. Por un momento pensé que estaba ante un genio. Es muy bueno, pero no es un genio.


Ella - ¿Sí? ¿y que fue lo que te hizo cambiar de opinión sobre su probable genio?


Él - El análisis escrupuloso de su obra. He concluido sin temor a equívoco que mi querido amigo es un degenerado. El tipo está completamente chiflado y lleno de excéntricas parafilias. La última vez lo encontré masturbándose ante un compilado de mierda, tierra, sangre y dolor. Santiago, estás muy cabrón y eres un enfermo mental.


Ella - Eres un exagerado. Yo siempre he pensado que tú eres un chiflado. En lo poco que te conozco así te veo.


Él – Oh, innegable mi pequeño corazón, innegable, pero pasemos a cosas más duras. Recuerdo cuando posé para uno de sus cuadros que son en gran formato ¿te acuerdas, cabrón? Pues resulta que este hijo de puta pintó mi pene en un liencito de no más de cinco por cinco centímetros. Vaya culerada. Resulta que fue el único lienzo que no se vendió. Todavía lo recuerdo como si fuera ayer. ¿Verdad Santi?


Santiago – Hey, ¿porqué eres tan impertinente cuando bebes? Siempre es lo mismo y como siempre me apenas frente a los nuevos conocidos, en este caso a tu nueva chica, que por cierto, mucho gusto. La verdad es que no sé como las mujeres se fijan en este patán pobre y cabrón. Tú disfrútalo mientras dure. En fin, no tengo mucho tiempo y estoy buscando a un chico. Los espero el viernes en mi casa, cocinaré gourmet y si tienen suerte los invitaré a una probable orgía. Habrá vino y luciérnagas llenando de alegría mi morada.


Ella – Gracias, claro que me encantaría ir.


Él – Amor, ni te ilusiones, tú seguirás conmigo. Santiago es gay.


Ella – Oh.


Siguieron en el lugar hasta que el dinero ganado de su último cuento que trata sobre la triste vida de un tipo que no hacía nada más que acostarse a esperar la muerte, se acabó después de algunos tragos. Ahora esperan el viernes para ir a saludar al buen pintor y cenar gourmet.